Quienes hacemos parte de la Universidad Pedagógica Nacional fuimos testigos pasivos el semestre pasado del retiro por la puerta grande de Oscar Ibarra, quien fue rector por dos periodos consecutivos del Alma Mater. Ibarra no escatimó esfuerzos ni recursos para sacar propagandas por diferentes medios de “la UPN creciendo desde lo público” encaminadas a promover su campaña a la Comisión Nacional de Televisión. Pero este personaje es el mismo que sin ningún reparo asumió e implementó las políticas educativas del gobierno neoliberal de Uribe Vélez, que llevó la educación superior pública a la mayor crisis de su historia, todo ello en complicidad con administrativos que cumplen la función del "tapen-tapen", ya que muestran cifras en papeles que niegan la realidad del día a día. Dichos administrativos no fueron capaces de dar cuenta a la comunidad universitaria de los manejos en una audiencia pública que confrontara la administración con la comunidad universitaria, audiencia que muchos esperamos, exigimos y luchamos pero que nunca llegó, y hoy deja un sinsabor por las múltiples inconformidades que desde funcionarios hasta estudiantes sentimos por la situación actual de nuestra universidad.


Ante el inminente cambio de administración, nos encontramos con un proceso de elección marcado por la improvisación, la falta de tiempo y el contentillo de una consulta abierta a la comunidad universitaria el dia 16 de junio, día en que las clases ya habían finalizado para muchos. Sin embargo, era vía electrónica, pero solo podían participar aquellos que hubiesen hecho un proceso largo y tedioso de cambio de contraseña hasta el día 4 del mismo mes, cuando los afanes académicos no daban tiempo de nada, y con unos medios internos de comunicación que, por su deficiencia, no permitieron que dicha información llegara al grueso de la comunidad. Finalmente se hizo y los resultados hablan por sí solos. De una población cercana a las 14.000 personas, participaron 1.587, quedando como favorito el Profesor Adolfo Atehortúa, quien representaba para muchos de los que participamos de un viraje democrático en la dirección de la UPN.


La elección llegó al seno del Consejo Superior Universitario, donde la mayoría de sus miembros son puestos a dedo por el gobierno nacional, dejando de lado la consulta hecha a la comunidad, la cual no tuvo ninguna incidencia. Allí se le otorgó el cargo de nuevo rector, como muchos temíamos, al Profesor Juan Carlos Orozco, según circular 17 del CSU y quien asumió el 1 de julio de 2010 y por un periodo de 4 años. El nuevo rector se desempeñó como vicerrector académico y se ha destacado por ser fiel escudero de Oscar Ibarra, quien durante su administración también fue objeto de denuncias por el despilfarro de los fondos de la Universidad.


Llega una nueva administración en cabeza del profesor Orozco, que no cambiará en nada el rumbo que lleva la educadora de educadores. Por el contrario, es el heredero de toda una política encaminada a la autofinanciación para un megaproyecto como la sede Valmaría, que cuesta 500 mil millones y para la cual seguiremos insistiendo en que la única vía posible es la financiación total por parte del Estado. El discurso de posesión de Orozco marca la pauta de lo que serán los próximos cuatro años y propone tres principios como guía: “Austeridad, transparencia y eficiencia”, en una universidad que pide desesperadamente inversión y adecuada financiación, frente al cada vez mayor hacinamiento por su asfixia presupuestal, degradación académica y violación a las libertades democráticas. Todo ello en el contexto de la crisis universitaria, que tiende a agudizarse con el nuevo gobierno nacional, pues la defensa de lo público no hace parte del embeleco de la "Unidad nacional" promovida por el presidente electo. Juan Manuel Santos seguirá la línea privatizadora de su antecesor en el marco de la reforma a la ley 30 de educación superior, que pretende fortalecer el sector privado a través de los créditos ICETEX y entrometerse aún más en la universidad pública, condicionando la entrega de presupuesto y violentando la autonomía universitaria, plan con el que los rectores universitarios están de acuerdo.


La pasividad de la comunidad ante la reforma universitaria, la "impunidad" con la cual salió Oscar Ibarra y la continuación del modelo de universidad neoliberal de la nueva administración deben servir de aviso para lo que viene en la UPN. Es necesario ahondar esfuerzos en la construcción de un fuerte movimiento universitario, teniendo como base consejos estudiantiles que nos permitan resistir la embestida contra la educación superior. Esto únicamente se logrará mediante la unidad y movilización del conjunto de sectores sociales que defendemos la universidad pública como herramienta de una sociedad democrática y soberana.

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